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"La inspiración existe, pero ha de encontrarse trabajando"

domingo, 29 de abril de 2012

Capítulo 13

Capítulo 13
 (¿Cómo se escribe 13 con cuatro unos?)
 QUE sea como éste, porfa, que sea como éste! -Adela juntó sus manos y cerró los ojos, muy nerviosa. — ¡Y lo mismo la pista, vamos, vamos! -le hizo de coro Luc. Nico no habló. — ¡Léelo! -le dio un codazo por su lado Adela. — ¡Venga, hombre! -le dio otro por el suyo Luc. — ¡Vale, dejad de darme codazos, caramba! -gritó el que estaba en medio. Y leyó: PROBLEMA 5: Voy a proponeros tres pruebas rápidas de cálculo mental e INTELIGENCIA (sabéis qué es eso, ¿no?). Dos de los resultados serán iguales. El resultado válido es el tercero, el diferente. Pero cuidado. ¿Preparados? Prueba A: Si arrancamos las páginas 29, 52, 77, 78 y 95 de un libro, ¿cuántas hojas habremos arrancado? Prueba B: ¿Cuál es la mitad derecha de 8? Prueba C: ¿Qué tienen en común la raíz cuadrada de 16, los Cuatro Jinetes del Apocalipsis y 197 menos 193?
 PISTA PARA DAR CON EL SIGUIENTE SOBRE:
En el parque, el árbol que obtendréis si resolvéis este problema: Dos personas van en bicicleta, una hacia la otra, y tienen 20 kilómetros de distancia entre sí. En el momento de salir, una mosca que está en el volante de una de las bicicletas, empieza a volar hacia la otra. En cuanto llega al segundo volante, da media vuelta y regresa al primero. La mosca vuela ida y vuelta de volante a volante hasta que las dos bicicletas se reúnen. Si cada bicicleta iba a una velocidad constante de 10 kilómetros por hora y la mosca ha volado a una velocidad también constante de 15 kilómetros a la hora, ¿qué distancia habrá volado la mosca en total?
NOTA: No tratéis de resolverlo con fórmulas porque os daría una serie infinita de sumas. Sed elementales. Sed moscas. ¡A divertirse! — ¡Hala, se ha pasado! — Y encima dice: «¡A divertirse!».
— ¿Y eso de la INTELIGENCIA con mayúsculas? — Se ve que se iba animando a medida que se las inventaba más complicadas. — ¿Eso es una pista? ¡Eso sí es un problema de matemáticas! Dejaron de protestar cuando comprendieron que así no ganaban nada, sino que más bien, al contrario, estaban perdiendo un tiempo precioso. Ninguno quería mirar la hora por miedo a ponerse nerviosos. — ¿Qué, vamos allá? -se resignó Luc. — Sí -Adela tenía un nudo en la garganta. — Cuando él dice que el problema tiene truco y nos avisa de que vayamos con cuidado… -hundió la barbilla entre las manos Nico. Nadie parecía dispuesto a empezar. — Tú tienes el boli -le recordó Luc a Nico. — ¿Ah, sí? -se puso blanco. — Da lo mismo, hemos de resolverlo pensando los tres -reconoció Adela. — La primera prueba dice: «Si arrancamos las páginas 29, 52, 77, 78 y 95 de un libro, ¿cuántas hojas habremos arrancado?» -repitió Luc. — Está claro, 5 -dijo Adela. — La segunda dice: «¿Cuál es la mitad derecha de 8?». — Cuatro -respondió Nico. — No, esperad -Adela frunció el ceño-. Dice la mitad derecha, no la mitad. ¿Recordáis el ejemplo que nos puso el otro día con lo de la mitad superior de ocho? -¡Claro, la mitad superior de 8 era 0, porque partía el 8 por la mitad con una raya horizontal! -exclamó Luc. -¡Pues la mitad derecha de 8 es… 3! -cantó Nico. Y lo demostró: — ¡Ya tenemos dos! -Nico apretó los puños, de nuevo animado. — La tercera prueba -siguió leyendo Luc- dice: «¿Qué tienen en común la raíz cuadrada de 16, los Cuatro Jinetes del Apocalipsis y 197 menos 193?». — La raíz cuadrada de 16 es 4 -aportó el primer indicio Adela. — Los Cuatro Jinetes del Apocalipsis también son 4 -manifestó con aplastante evidencia Nico. — Y 197 menos 193… son 4 -concluyó Luc. — Pues ya está -Adela resumió la conclusión final-. La primera prueba da 5, la segunda da 3 y la tercera 4. — Entonces de dar, nada de nada -arqueó las cejas Nico-. Aquí dice que dos de los resultados han de ser iguales, y que el válido es el tercero, el diferente. Volvieron a mirar las tres pruebas. — Es el 8, seguro -dijo Luc-. El truco ha de estar ahí. — No puede ser -insistió Nico, que era el que había hecho la raya vertical separando las dos mitades del número-. Eso es 3. — Y lo último… -Adela repasó lo de la raíz cuadrada de 16, lo de los Cuatro Jinetes y la resta-. Eso también está bien. — Pues lo de las páginas del libro no puede estar más claro -expuso Luc-. Son 5 números, así que son 5 páginas. Cada prueba daba un resultado distinto, o lo que era igual: una estaba equivocada si el planteamiento del profesor de matemáticas era correcto. Y no tenían la menor duda de que lo era. — Mira que lo dice bien claro, ¿eh? «Cuidado.» — Es que es imposible… -se alarmó Adela. — Del todo -la apoyó Luc. Nico no dijo nada. Y conocían de sobra aquella mirada de concentración, igual que si sorteara obstáculos y peligros en un videojuego. — ¿Nico? -musitó la chica. — Parece mentira que leáis tantos libros -suspiró él. Volvía a sonar sobradísimo. Luc y Adela no supieron si alegrarse porque daba la impresión de que acababa de resolver el entuerto o picarse por aquel tono de voz. Pero incluso Nico comprendía más y más que eran un equipo. Los tres. No hubo ninguna satisfacción personal en su voz, sólo el alivio de haber dado con el truco, cuando anunció: — ¡Las páginas del libro no son 5, sino 4! — ¿Qué dices? -¡Pero si está claro que son 5! — ¿Ah, sí? -Nico señaló las cifras de la prueba-. ¡Si arrancamos la 77 y la 78, no arrancamos 2, sino 1! Adela y Nico se quedaron de una pieza. Hasta que lo comprendieron. ¡La página 77 era la frontal y la 78 la del otro lado, pero ambas ocupaban una misma hoja! ¡5 números, pero sólo 4 hojas! — ¡Páginas, hojas! — ¡No es lo mismo! — ¡Y aunque lo sea…! — ¡Hemos caído en la trampa! — ¡Pero qué diabólico…! — ¡Y retorcido! — ¡Y..! Recordaron que estaban hablando de un muerto y se refrenaron. Lo que importaba a la postre era que de nuevo habían resuelto el problema. — Ahora tenemos dos pruebas que dan como resultado 4 y una que da como resultado 3 -dijo Adela. — Luego 3 es el número válido -asintió Luc. — ¡Buf! -resopló Nico-. ¡Por los pelos! — Ésta ha sido difícil, y no lo parecía -convino Adela-. Menos mal que los resultados eran distintos, o no lo habríamos notado. — Es astuto el profe -dijo Nico-. Lo ha hecho para que nos diéramos cuenta si metíamos la pata. — Juega limpio -aseguró Luc-, pero si llegamos a decir que la mitad de 8 es 4, teniendo en cuenta que la prueba C es la más clara y también da 4, habríamos obtenido un resultado equívoco al considerar el 5 de la prueba A como válido. — Eso habría significado meter la pata en dos pruebas -aclaró Adela. — Y si la hubiéramos metido, nos habríamos merecido fallar -fue categórico Nico. — No podemos dar nada por sentado, por evidente que parezca -propuso Luc. Se recuperaron un momento del susto. Aún quedaba la pista para dar con el sobre número 6. Y eso sí era un verdadero problemón de matemáticas. — ¿Qué, vamos allá? -volvió a la carga Adela. — Vamos allá. Leyeron el largo enunciado de la pista. La más difícil de todas hasta el momento. Matemáticas puras. Y no tenían ni la menor idea de cómo empezar, ni de cómo plantear una posible ecuación, ni… — Dice que no tratemos de emplear fórmulas. — Porque nos daría una serie infinita de sumas. — Imaginaos. Si ya nos advierte eso… — ¿Cómo quiere que seamos elementales? — Moscas. Dice que seamos moscas. — Ya, porque acabaremos en la mierda. Volvieron los más funestos presagios. — Cuando la mosca llega al volante de la segunda bici, ha recorrido… -Adela le cogió el bolígrafo a Nico y empezó a sumar y restar-. Si tenemos en cuenta que las dos bicis se han acercado… Pero contando con lo que las dos bicis han recorrido más la ida y vuelta de la misma… — ¿Y si primero miramos lo que ha hecho la mosca? -quiso meter baza Luc. — No, mejor lo que han corrido las bicis -lo intentó Nico. Adela dejó de escribir. — Vamos a ser racionales, ¿de acuerdo? Ninguno de los dos tenía muy claro cómo ser racional con algo como aquello, pero le vieron la cara de malas pulgas a su amiga y prefirieron no provocarla. Adela pasó cerca de un minuto haciendo operaciones. — Nada -se rindió. — A ver yo -le quitó el bolígrafo Luc. Fue otro minuto largo, muy largo. Nico ya ni lo intentó. — ¿Cómo podemos ser elementales? -protestó Luc golpeando la hoja de papel. — ¿Y moscas? ¿Cómo podemos ser moscas? -resopló Adela. — El profe lo habrá puesto por algo -hizo hincapié en el tema Nico-. La clave ha de ser la mosca. Era el primer indicio inteligente. «Sed moscas.» — Esto debe ser como aquel ejemplo de la liebre, la tortuga y el caracol -dijo Adela. — Veamos, ¿cuándo se encontrarán las dos bicis? -comenzó a tranquilizarse Luc. — A 10 kilómetros por hora y separadas por una distancia de 20, se reunirán en una hora -dijo Adela. Algo les dijo que estaban en el buen camino. Eran moscas. — O sea, que hay que contar cuánto recorre la mosca en una hora, prescindiendo de distancias o viajes de ida y vuelta -dijo Nico. — Pero si ya nos dice el enunciado que la mosca vuela a 15 kilómetros por hora… -empezó a decir Luc. Se miraron unos a otros. — No puede ser tan sencillo. — Tan elemental. — Tan… Lo era. Lo comprendieron al momento. ¡Lo era! — Esto es… ¡demasiado! -alucinó Nico. — La respuesta es 15 -asintió Adela. — ¡Lo tenemos! -apretó el puño izquierdo Luc mientras se guardaba el bolígrafo-. Es el árbol número 15 del parque.

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